Había una vez un niño que vivía pendiente de la tristeza. No tenía familia, amigos y ni siquiera sabia como se llamaba ni de donde venía. Era un solitario que a partir de un dia de su vida empezo a tener conciencia de que era una persona. Para ese niño, la esperanza era una broma y el amor no existia, tampoco la alegria, ni la confianza. Vivía caminando por la ciudad. Por calles y calles caminando sin ningun lugar a donde ir , sin nadie con quien hablar. Sin nadie que lo quisiera, ni lo contemplara. Una mañana de abril, caminando bajo de la lluvia vio a una niña que lo miraba; que cada vez se le acercaba mas, como si tratara de decirle algo. Ella se acerco y le pregunto por qué estaba solo en la lluvia y él no le contestó. Ella volvio a intentarlo y le pregunto el nombre, le pregunto donde vivía, como se llamaba y todas esas preguntas a las que él no les encontraba respuesta, ya que no tenía casa, nombre, ni familia. Ella le explicó que estaba perdida y le pidió por favor que no se separara de su lado. El chico, avergonzado, lo cumplió. Y así hasta que encontraran un lugar para protegerse del agua y del viento. Caminaron hasta donde aguantaron y cuando se dieron cuenta ya era de dia. Ella le confesó que aunque estuviera perdida, a su lado se sentía segura. Y el niño se enamoró profundamente de ella. De repente, el chico siente el ruido de un despertador. Y cuando abrió los ojos, estaba en su cama, en su cuarto y el resto de su familia en la casa. Desconsoladamente se puso a llorar, y se dio cuenta de que todo era un sueño, de que esa niña que tanto amaba, solo existia en su mente, en sus sueños y en su imaginación. Debia entender que no podía inventarla, que no podía sufrir por un amor imposible, imposible de existir. Debia entender que no por eso iba a dejar de creer en el amor. Y desde entonces, el chico sueña con ella, que le promete que lo ama y que siempre va a estar con el aunque sea en su mente.
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