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-Podrás volver ya a tu casa.
-¿ Cómo lo sabes ?
Venía precisamente a anunciarle que, contra toda esperanza, había tenido éxito en mi trabajo.
No contestó mi pregunta, pero agregó :
-También yo vuelvo hoy a mi casa...
Luego, melancólico :
-Es mucho mas lejos... Es mucho más dificil...
Sentí que algo extraordinario ocurrío. Lo estreché en mis brazos como a un niñito y, sin embargo, me pareció que verticalmente se escurría hacia un abismo, sin que yo pudiera retenerlo...
Tenía la mirada seria, perdida en la lejanía.
-Tengo tu cordero. Y tengo la caja para el cordero. Y tengo el bozal...
Sonrió con melancolía.
Esperé largo rato. Sentía que el principito poco a poco volvía a entrar en calor.
-Hombrecito, te ha dado miedo...
Sin duda había tenido miedo. Pero rió dulcemente.
-Tendré mucho más miedo esta noche...
De nuevo me sentí paralizado por la sensación de lo irreparable. Y comprendi que no soportaba la idea de no volver a oír nunca jamás aquella risa. Para mí era como una fuente en el desierto.
-Hombrecito, ¿ verdad que es una pesadilla esa historia de la serpiente, de la cita y de la estrella ?
-Lo importante no se ve...
-Es cierto...
-Es como con el agua. La que me diste a beber era como una música, por la roldana y por la cuerda... ¿ Te acuerdas ?... Era buena.
-Sí, me acuerdo...
-Por la noche mirarás las estrellas. La estrella donde yo vivo es muy pequeña como para mostrártela. Es mejor así. Mi estrella será, para tí, una más de esas estrellas. Así, te gustará contemplar a todas las estrellas... Todas serám tus amigas. Además, te voy a hacer un regalo...
Y volvió a reír :
-Ah ! hombrecito, hombrecito... Me encanta escuchar tu risa !
-Ese será, precisamente, mi regalo... Será como con el agua...
-¿ Qué quieres decir ?
-Las gentes tienes estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías.
Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios eran oro. Pero todas esas estrellas se quedan calladas. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido.
-¿ Qué quieres decir ?
-Por la noche, cuando mires al cielo, puesto que yo habitaré en una de ellas, ypuesto que yo reiré en una de ellas, para tí será como si todas las estrellas rieran. Tendrás estrellas que saben reir !
Y el principito volvió a reir .
-Y cuando ya te hayas consolado ( uno siempre se consuela ) estarás contento de haberme conocido. Siempre serás mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana, así..., por gusto. Y tus amigos se asombrarám al verte reir mirando al cielo. Entonces les dirás : " Sí, las estrellas siempre me hacen reir ", y te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada.
Y volvió a reir.
-Será como si en lugar de estrellas te hubiera dad un montón de cascabelitos que saben reir...
Y volvió a reír. Después se pudo serio :
-Esta noche, sabes... no vengas.
-No te dejaré.
-Parecerá que sufro... Parecerá como si muriera.
Es así. No vengas a ver eso ; no vale la pena.
-No te dejaré.
Estaba preocupado.
-Te digo esto... también por la serpiente. No debe morderte... las serpientes son malas, pueden morder por gusto.
-No te dejaré.
Pero algo lo tranquilizó :
-Es cierto que no les queda veneno para la segunda mordedura...
Esa noche no lo vi ponerse en camino. Se alejó en silencio. Cuando conseguí alcanzarlo, caminaba decidido, con paso rápido.
Sólo me dijo :
-Ah ! Estás ahí.
Me tomó de la mano, pero volvió a angustiarse :
-Has hecho mal. Vas a sufrir. Parecerá que me he muerto y no será verdad...
Yo callaba.
-Comprende. Es demasiado lejos ; no puedo con mi cuerpo, es demasiado pesado.
Yo callaba.
-Será como una corteza abandonada. No son tan trists las cortezas.
Yo callaba.
Se descorazonó un poco. Pero hizo un esfuerzo :
-¿ Sabes ?, será hermoso. Yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una roldana enmohecida. Todas las estrellas me darán de beber...
Yo callaba.
-Será tan divertido ! Tendrás quinientos millones de cascabeles y yo tendré quinientos millones de fuentes...
El principito también calló, porque lloraba...
-Es aquí. Déjame dar este paso, solo.
Y se sentó porque tenía miedo.
Y añadió :
-¿ Sabes ?... mi flor... soy responsable de ella. Y es tan débil ! Y es tan ingenua ! Tiene cuatro espinas insignificantes para protegerse dle mundo...
Me senté porque ya no podía mantenerme en pie.
El principito dijo :
-Bueno... es todo...
Vaciló un momento, luego se levantó. Dio un paso. Yo no podía moverme.
No hubo más que un relámpago amarillo cerca de su tobillo. Quedó inmóvil un instante. No gritó. Cayó suavemente, como cae un árbol. Ni siquiera hizo ruido, a causa de la arena.
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